En la publicación anterior ya decíamos que Mangaporhombro no es un club de lectura al uso y que sus componentes lo dotan de una singularidad y riqueza excepcional por su heterogeneidad.
Lo que en un principio comenzó como una idea loca que pensé que nadie iba a secundar, ha ido creciendo de una forma imparable. La idea que esa mañana de junio de me sacó de la cama se plasmó en un mensaje que llegó a unas cuantas amigas que sienten el mismo amor por la lectura que siento yo. Entonces éramos solo siete pero, ¡cuánto hemos crecido desde entonces!
Al principio, como éramos poquitas, nos reuníamos al aire libre. Las buenas temperaturas y la prudencia fueron nuestras aliadas. Luego llegó el invierno, un ligero crecimiento del club y, con todo ello, el miedo a los posibles contagios. Pero como en este grupo no vemos problemas sino grandes soluciones, pues echamos mano de la tecnología. Bueno, digamos que fue la tecnología la que nos echó una mano a nosotras. Y conectarnos no fue un problema, más bien lo contrario; nuestros encuentros fueron una vía de escape en una situación tan adversa. Muchas de nosotras encontramos en el club una especie de “terapia”, si así le podemos llamar. Mangaporhombro sirvió para que algunas de ellas retomaran la costumbre de leer que en algún momento habían perdido; para otras, la oportunidad de hacer de la lectura un hábito que no tenían; y para todas fue y es una evasión entre tanto quebradero de cabeza, y una forma de parar nuestras vidas para recuperar ese tiempo que es nuestro; Mangaporhombro se ha convertido para todas en una forma de autocuidado.
Así también quedó reflejado en la página 17 de la sección cultural del periódico Punto Cero de Aljaraque en el que su redactora, Ana Hermida, nos entrevistó y resumió de una bonita forma nuestra historia. Aquí puedes ver el reportaje
Hoy por hoy somos 24 lectoras empedernidas las que formamos esta familia “mangaporhombriana”. Gracias a todas ellas por todo lo que dan.
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